¿Quién puede deseducar a un niño?

Dan ganas de fichar a dos gemelas y ponerse a rodar 'Tú a Vox y yo a Unidas Podemos', con el tradicional reencuentro de ambas, después de varios años, en unas colonias de verano, qué se yo, en Marina d'Or, por ejemplo



En Canino, el director griego Yorgos Lanthimos revisitaba El mito de la caverna con una cruel fábula en torno a una extraña familia que mantiene a sus tres hijos a raya, aislados de cualquier contacto con el mundo, tras los setos de un chalé en las afueras. La película viene a cuento esta semana, cuando andamos a tuitazos sobre cómo educar a los hijos. Desde que Isabel Celaá, Ministra de Educación, respondió al "pin parental" con un "no podemos pensar de ninguna manera que los hijos pertenecen a los padres", se han multiplicado los test de paternidad, llegando a niveles que no se conocían desde los años más golfos de Julio Iglesias. Solo falta que una App rusa busque parecidos razonables entre recién nacidos y nuevos ministros. A los mismos que denuncian el "adoctrinamiento" de las aulas catalanas, les ha faltado tiempo en Murcia para imponer su fast and furious pedagógico. 

Y en lo que tarda la audiencia de La isla de las tentaciones en dilucidar a quién pertenecen los hijos: Opción A, a las cigüeñas; Opción B, al Espíritu Santo; Opción C, a la luna de Mecano; con tal de calmar los ánimos de sus alumnos, un grupo de profesores del Centro Universitario de Plasencia se dedica a repartir abrazos y mensajes motivadores justo antes de los exámenes (1). Digo yo, que entre la disciplina espartana y el empalago del pensamiento positivo, debe haber un punto intermedio de sentido común y de respeto por el otro, base de toda la convivencia. La educación, la buena educación al menos, sobre todo si es pública, tiene que servir para ensanchar las miras y no para cerrar compuertas. Lo que ocurre es que una parte de la grada confunde enseñanza con amaestramiento. Dan ganas de fichar a dos gemelas y ponerse a rodar Tú a Vox y yo a Unidas Podemos, con el tradicional reencuentro de ambas, después de varios años, en unas colonias de verano, qué se yo, en Marina d'Or, por ejemplo. 

Taika Waititi, director de la provocadora Jojo Rabbit, la historia de un niño nazi que tiene a Hitler como amigo imaginario, lo deja claro en una entrevista con Luis Martínez en El Mundo: "Estamos obsesionados con que los niños vivan en burbujas y no puede ser. Tienen que saber en qué mundo viven y que ese mundo, nuestro mundo y nuestra cultura, fue capaz de algo llamado Holocausto. No hay que esperar a que cumplan 25 años. A esa edad es muy tarde (...) Yo quedé conmocionado a los 8 años, pero fue útil. Estamos creando una sociedad estúpida"(2).


(1) https://www.elmundo.es/f5/descubre/2020/01/18/5e22e93bfc6c83296c8b4593.html
(2) https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2020/01/16/5e1db13ffdddff247a8b462b.html

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