Juego de patriotas

Lo único claro a esta hora es que los trileros ya tienen excusa para presentarse a otras elecciones sin más programa que un himno



No deja de ser curioso que sentencia y fallo sean sinónimos. Se falla un litigio como se falla un penalti, con la grada hecha un basilisco. Estos días, la profesión con más demanda entre los adolescentes es la de juez de talent. Desde Vídeos de primera, hay que ver con qué pasión se juzga el tropiezo ajeno. La sentencia del Supremo sobre el procés solo aclara dos cosas: que podemos presentarnos al récord Guinnes de lectura rápida, hubo más de uno que leyó sus 493 páginas en menos de un minuto y, además, le sobró tiempo para lucirse en Twitter; y que en España ya hay más juristas que entrenadores de fútbol. 

Dice Manuel Jabois que "estaría bien un Master Juez en la televisión pública"(1). No será por falta de ganas entre políticos y tertulianos, capaces de reducir cualquier análisis crítico a un espectáculo de pizarras y notas como en un concurso de mates de la NBA. Eso es lo que queda a mediados de octubre de la opinión pública, un eco de retweets que ha dicho otro.

Y en Catalunya, más trazo surrealista. El mismo Govern que llama a la desobediencia mientras desayuna, pide a los Mossos que repriman las concentraciones a la hora de la cena, cuando la cosa se engolfa, como si el tsunami pudiera ser teledirigido por muy democrático que sea. Son las paradojas lideradas por un president que cuestiona la autoridad del Estado y acto seguido le pide una cita. 

En The Boys, la serie de Amazon Prime basada en un cómic de Garth Ennis, los superhéroes, bajo el patrocinio de una corporación multimillonaria, hace tiempo que perdieron el control y "sus acciones enloquecidas provocan cientos de víctimas colaterales". Recupera el argumento Sergio del Molino para referirse a "la cantidad de cosas rotas que provoca el mesianismo, las cicatrices tiernas que cruzan las calles por las que pasaron los justicieros con sus capas y antifaces. Todo este campo de banderas desteñidas, ¿para qué? ¿Por qué? ¿Hasta cuándo?"(2)

Entre tanto exceso de palabrería, gesticulación y símbolo, se pierden las reflexiones más hondas, las menos partidistas. En una entrevista en RAC1 al cantautor "galáctico", Jaume Sisa, le preguntaron hace unos días ¿qué diferencias existen entre Madrid y Barcelona? La respuesta es una cura de humildad en plena temporada de salvapatrias: "He pensado tanto en eso que ahora no sé qué decir". Otro poeta catalán, Joan Brossa, escribía que "el único pedestal son los zapatos". Lo que está claro a esta hora es que los trileros ya tienen excusa para ir a otras elecciones sin más programa que un himno.


(1) https://elpais.com/elpais/2019/10/15/opinion/1571158348_689340.html
(2) https://elpais.com/cultura/2019/10/14/television/1571042804_034543.html

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