El cine, como el resto del arte, nos moldea a destajo
Precisamente, un cuadro de Van Gogh, su icónico par de botas viejas, es una de las obras que más polvareda filosófica ha levantado. A Heiddegger, en su día, le sirvió ni más ni menos que para establecer El origen de la obra de arte. Otro crítico, Fredric Jameson, publicó en 1984 El posmodernismo como lógica cultural del capitalismo tardío, donde comparaba el calzado roído del genio holandés con los Zapatos de polvo de diamante de Andy Warhol, una acumulación de tacones bidimensionales sin anhelo de trascendencia, algo así como la frontera entre dos universos estéticos, el más reciente, el nuestro, movido por fuerzas superficiales que se extienden hasta ARCO.
En su último libro recopilatorio, Volver la mirada, el escritor y académico Félix de Azúa se muestra contundente: "El arte es una actividad cerrada, un poco como el mosaico o la teología, una cosa finiquitada. Lo que se hace en el arte de hoy en día pertenece al mundo del turismo, el ocio y los deportes. Puro entretenimiento de masas (...) Lo que ahora llamamos arte son ocurrencias, las tiene cualquiera. Hay mil cada semana y entran las que se pueden pagar con subvenciones"(2).
Menos apocalíptico, Luis Landero, que también presenta novela, Lluvia fina, aclara: "La infancia es felicidad, la adolescencia amor y el resto, literatura"(3).
(1) https://elpais.com/cultura/2019/02/27/television/1551290378_962697.html
(2) https://elpais.com/cultura/2019/02/13/actualidad/1550080795_319043.html
(3) https://elpais.com/cultura/2019/02/28/actualidad/1551366281_220250.html
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