Mañana, por lo visto, es el día más feliz del año. Últimamente, todo son noticias Disney. La semana que viene, por ejemplo, nos bajan la mascarilla, ¡illa, illa, illa! A este ritmazo, vamos a parecer Bután, el país que mide su PIB con emoticonos de la risa
Mañana, por lo visto, es el día más feliz del año. Últimamente, todo son noticias Disney. El rey y Pere Aragonès se han hecho un medioselfi y la semana que viene nos bajan la mascarilla, ¡illa, illa, illa! A este ritmazo, vamos a parecer Bután, el país que mide su PIB con emoticonos de la risa. El yeloudey rivaliza con el día más triste, que cae en la cuesta de enero y tiene, según dicen, color pitufo. La guasa, como ven, va de colores. Uno se afilia a un color, igual que un pintor atraviesa una etapa -la etapa azul de Picasso, por ejemplo-. No es lo mismo la vie en rose de Édith Piaf que el hombre del traje gris de Joaquín Sabina.
La cromoterapia, tarde o temprano, lo salpica todo, desde las mechas de los futbolistas a los toldos de los kioscos. Los kioscos, los pocos que van quedando, son la biblioteca de los lectores con prisas. Como ya (casi) nadie lee a Marco Aurelio, o a Montaigne, ahora más que opinión tenemos línea editorial. El kiosco y la iglesia solían compartir día festivo, es decir, al kiosco y a la iglesia se va (o se iba) fundamentalmente en domingo, que es un día para el relajo, por eso, cierto periodismo va acomodando los titulares para que el suscriptor (barra) devoto se sienta como en casa, libre de pecado. El hogar, para que sea de revista, es ese lugar que puede recorrerse a oscuras sin miedo a tropezarse, igual que algunos periódicos, que podrían leerse con la luz apagada.
Quiero decir que la información va por barrios, y que los medios (no todos) se emperran en demostrar de qué color es el mundo. Sin matices. Punto. Hace poco más de un año, durante el confinamiento, las abubillas volvían a colgar sus nidos en nuestros balcones y los tigres de Bengala se paseaban por las calles desiertas de Albacete. Habíamos aprendido la lección. O eso decíamos. Íbamos a ser mucho más cuidadosos con el planeta, y ya estamos hablando, otra vez, de ampliar aeropuertos.
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