Para mantener la conciencia tranquila frente al drama de los refugiados, sanidad aconseja lavarse las manos después de cada telediario. Hay contagios inmorales que no los detiene ni una escafandra
Hay roneo, mariposas y todo eso que está en el aire y que no es CO2. Si fuera First Dates, habría segunda cita. Seguro. Y tercera. Y cuarta... Y revoloteo de pajarillos, Cupidos y rimas... A Vox, esta semana, le ha salido un amigo. O un socio, que suena mucho más a película de Scorsese; o a machote de culebrón venezolano. Perdón, quería decir turco. En una entrevista en El País, Matteo Salvini lo deja claro: "En algunos temas, como la inmigración, nuestras ideas son similares"(1). Toma capote. No sabemos si ha sido flechazo o cerrojazo. Ya lo cantaba Objetivo Birmania (ya saben, aquel grupo que debe su nombre a la película de Errol Flynn que televisión española programó la misma noche que moría Franco): los amigos de las fronteras, son mis amigos. O algo parecido.
Si miles de refugiados, huyendo de la guerra, son hacinados entre las porras de Turquía y los gases lacrimógenos de Grecia, que se las apañen. Para eso está el teletrabajo. Aquí ya tenemos bastante saqueando parafarmacias. El Juicio Final, ese que algunos venden como si fuera un talent con un pantocrátor con gafas oscuras, en plan Risto Mejide, no es otra cosa que un libro de Historia que nos preguntará desde el futuro cómo diablos pudimos ser tan miserables. De momento, de lo que va siendo hora, es de que reconozcamos, como hace Juan Soto Ivars en El Periódico, que "aquel niño muerto, Aylan, que apareció boca abajo en una playa, nos importaba tres cojones, y que todos nuestros poemitas y dibujos y memes y tuits y artículos y declaraciones públicas no eran más que sentimentalismo barato"(2).
Según los estrategas, Merkel se equivocó hace cinco años abriendo las puertas de su casa a los refugiados, porque aquello favoreció un repunte de la extrema derecha. No volverá a repetirse. Si no lo he entendido mal, para frenar el fascismo, toca simular que todos somos fachas. Vaya un negocio. Sin ir más lejos, nuestro gobierno parece que ha tomado buena nota. No hace ni tres estornudos que abominaba de ciertas políticas y ahora, en la Moncloa, también se apunta al catenaccio. Así está el kilo de populismo en la Unión Europea, "esa máquina de coordinar políticas de sus estados miembros para facilitar la labor comercial del sector privado", tal y como denuncia Gerardo Tecé (3). "Ya se sabe, si la banca necesita ayuda se actúa con urgencia. Si la urgencia es humanitaria, se organizan reuniones, cumbres, foros y días internacionales".
Dice el filósofo Byung-Chul Han que cada época tiene sus enfermedades. Lo que le ocurre a la nuestra es que no somos tan inmunes como piensan los antivacunas a determinadas patologías que ya creíamos superadas (4). Para mantener la conciencia tranquila, sanidad aconseja lavarse las manos después de cada telediario. Hay contagios inmorales que no los detiene ni una escafandra.
(1) https://elpais.com/internacional/2020-03-03/salvini-el-gobierno-italiano-es-incapaz-de-gestionar-la-emergencia-del-coronavirus.html
(2) https://www.elperiodico.com/es/opinion/20200305/articulo-refugiados-nos-dan-igual-juan-soto-ivars-7874649
(3) https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31221/Gerardo-Tece-Europa-derechos-humanos-lesbos-refugiados.htm
(4) https://www.elmundo.es/papel/firmas/2020/03/05/5e5fe65d21efa064458b45d1.html
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