Astronautas y sanfermines

La Pantoja sostiene la estética del morbo de garrafón mientras las series son el retiro espiritual de los pseudointelectuales



Lo peor de todo este calentamiento global es que cuando aparecen la fiebre y los calambres, las náuseas y el dolor de cabeza, uno nunca sabe si lo que le ha sentado mal ha sido la mayonesa o el telediario. Dice Juan José Millás en su último libro, La vida a ratos, que "hubo una época en la que corríamos como locos hacia la actualidad. Se levantaba uno de la cama, se echaba cualquier cosa encima y venga, a correr hacia la actualidad. Hoy es la actualidad la que corre hacia nosotros, y con muy malas intenciones. De manera que hacemos lo contrario de entonces: nos ponemos los pantalones, la camisa y los zapatos y echamos a correr para que no nos alcance". Como en unos sanfermines, porque tal y como escribe Sergi Pàmies en La Vanguardia, "el paisaje político se parece cada vez más al género del encierro. Se juega con el peligro deliberado de la cornada y se monta un espectáculo en el que la temeridad y la falsa valentía alcoholizada conectan con un sentido ancestral de la fantasmada. La tele lo retransmite porque, como pasa en política, la coartada del derecho a la información ampara el morbo de los que queremos ver sangre"(1).

El resultado final, una escabechina. "La audiencia da la espalda a los informativos", titula El País (2). Se agota toda una generación que necesitaba un genocidio en Ruanda o una matanza en Puerto Hurraco para abrirse el apetito. El tentempié, ahora, es cosa de telerrealidad y Netflix. La Pantoja sostiene la estética del morbo de garrafón mientras las series son el retiro espiritual de los pseudointelectuales. Y en el intermedio, si queda hueco, algún biopic

En diez días, precisamente, se cumplen 50 años de la llegada del hombre a la luna. Entre el popurrí nostálgico de la efeméride, cuando creíamos saberlo todo, en una entrevista en RAC1, se cuela un dato semidesconocido. Carlos González Pintado, uno de los ingenieros españoles que durante aquellos días trabajaron en la base de seguimiento que la NASA tenía en Fresnedillas de la Oliva, cerca de Madrid, recuerda que lo primero que hizo Neil Armstrong al abrir la escotilla del Apollo 11 fue coger la bolsa con los excrementos de los astronautas y tirarla a la superficie lunar como prueba escatológica de aquel alunizaje. "Mucho recriminar a los dueños de perros que no recogen los zurullos de sus mejores amigos y Neil Armstrong llega a nuestro satélite y lo primero que hace es dejar una pila de mierda, sin ningún problema", comenta Quim Monzó (3)

Ahora que Trump fanfarronea con repetir el viaje, ya hay apuestas para ver qué marca de cerveza hará su agosto con una campaña sobre la contaminación de los satélites naturales. Nada de otro mundo si tenemos en cuenta que hace más de un siglo, en los albores del cine de ciencia ficción, Georges Méliès ya intuyó que la huella del hombre dejaría a la luna tuerta del ojo derecho.


(1) https://www.lavanguardia.com/politica/20190708/463375477334/pactar-vocacion-de-servicio-o-excusa-para-vengarse.html
(2) https://elpais.com/cultura/2019/07/04/television/1562248785_289715.html
(3) https://www.abc.es/ciencia/abci-siete-hechos-historia-oculta-viaje-hombre-luna-201811021200_noticia.html

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