Rapea que algo queda

Para entender de qué pie cojea cada revolución, sólo hay que ver quién la patrocina 




Resulta curioso que el mundo en que vivimos, repleto de pieles sensibles (existe hasta un Frente de Liberación de Enanos de Jardín), no tenga todavía su plataforma pro derechos de los contenedores de basura. A nada que uno rebusca un poco, siempre queda un disparate por defender. Lo estamos viendo estos días. Que el debate sobre la libertad de expresión se centre en el número de tiros en la nunca que uno puede pegar por Twitter, dice mucho de la utopía que nos prometen. Ya sé que entre la puñalada trapera o la puñalada a secas, es mejor el ladrido, pero eso no quita que ciertas lindezas, sobre todo si tienen destinatario, acaben en denuncia. Decir que hay un rapero en la cárcel por injurias a la corona y convertirlo en superhéroe anticapitalista es de una demagogia supina. 

Dos ejemplos: cojamos dos de esos temas que no admiten ambigüedades, el bullying y el machismo, se imaginan al típico gallito o al acosador de turno, intimidando o amenazando a un compañero de clase o a su pareja, justo antes de esgrimir su coartada, "no, no, verá usted, yo es que soy rapero". Pues de eso va el asunto. Para más inri, los mismos que piden libertad de expresión, se ceban contra todo aquel que no piensa como ellos, incluida la prensa, lo que demuestra el cacao mental que tienen algunos. 

¿Y nuestros políticos qué hacen? Sacando rédito, como de costumbre. Los independentistas sueñan con que España parezca una dictadura. Podemos está en misa y repicando. Vox quiere aquelarre para presentarse como la ley y el orden. Que Vox siga creciendo, es la mejor noticia para Pedro Sánchez, le da un toque de sensatez. Y para el PP, todo lo que sea no hablar de corrupción, ya es una victoria. 

Por eso, mientras unos ensalzan al poeta del verso explícito, otros blanquean a "la musa de la Falange", la neonazi del discurso antisemita en el cementerio de la Almudena. Y en medio, cuatro chavales envalentonados, jugando al destrozo, sin saber que la clase política los maneja como a simples bodoques. Harían bien, los hunos y los hotros, en leer un poco de Historia y buscar información de cuando los nazis y los soviéticos se hacían ojitos, pacto Ribbentrop-Mólotov, para más señas. ¿Ah, que no viene en YouTube? ¿Y por Instagram? ¿Tampoco? Así no hay manera de culturizarse. 

Como siempre, para entender de qué pie cojea cada revolución, sólo hay que ver quién la patrocina.




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