Para el político con carné de manipulador de votantes, la cosa es mucho más simple. Voten. Una y mil veces. Las que hagan falta hasta dar con el resultado correcto para satisfacer los intereses del partido, que no los nuestros. En ese ripio se está quedando la democracia
Nos hemos enternecido. Las lágrimas de Maluma recibiendo su primer avión privado nos han hecho reconciliarnos con lo mejor del capitalismo, Cenicienta, El Patito Feo y hasta Operación Triunfo (1). Junto al vídeo, compartido en Instagram por una legión de 46 millones de seguidores, puede leerse: "Los sueños se hacen realidad", un mensaje que lo mismo sirve para la grada de animación del Alcoyano que para lanzar 370 propuestas al aire sin ser capaz de formar gobierno.
Alain Deneault, profesor de Sociología en la Universidad de Québec, escribe en su último libro, Mediocracia. Cuando los mediocres toman el poder: "¿Qué es lo que mejor se le da a una persona mediocre? Reconocer a otra persona mediocre. Juntas se organizarán para rascarse la espalda, se asegurarán de devolverse los favores e irán cimentando el poder de un clan que seguirá creciendo, ya que enseguida darán con la manera de atraer a sus semejantes. Lo que de verdad importa no es evitar la estupidez, sino adornarla con la apariencia del poder"(2).
138 días después de las últimas elecciones, el culebrón está donde lo dejamos. A excepción de Kiko Rivera, que logró colocarle sus memorias a la revista Semana por 80.000 euros (3), la desfachatez no se ha movido un ápice. Juan José Millás titula su columna Atracos. Ahora que las cámaras de seguridad son las becarias sin sueldo de la crónica negra, Millás avisa: "La inseguridad ciudadana no es solo que te roben la cartera en el metro..." Inseguridad ciudadana también es, aunque no lo enfoque el pilotito rojo, "que el salario no te alcance para pagar la luz, para alquilar una habitación, para comprar unos pañales, para independizarte de tus padres, para crear una familia, para tener hijos, para planificar tu futuro"(4).
Según ICON, "Hollywood lleva 100 años contándote las mismas seis historias y no te habías dado cuenta"(5). Lo mismo ocurre con la política. "PSOE y Podemos dejaron de buscar complicidades para negociar supremacías", señala Antonio Lucas en El Mundo (6). Otro pensador de referencia, Bruce Willis, se quejó hace unos años: "Dios no tiene piedad: te quita el pelo de la cabeza para replantártelo en las narices y en las orejas". Lo recuerda Sergi Pàmies en La Vanguardia, donde reivindica el anarcosindicalismo capilar, un milagro evolutivo, sin duda, útil estos días para amortiguar el olor a mierda y las muchas sandeces que, "en nombre de las grandes causas", tendremos que escuchar (7).
Andamos tan metidos en la distopía por cable que nos parece que nos han pinchado Facebook o que nos pueden volver a todos arios, de la noche a la mañana, por comprar un champú barato hecho con camomila transgénica. Algo habrá de cierto. Pero de momento, ni la inteligencia artificial ni la humana dan para tanto. Para el político con carné de manipulador de votantes, la cosa es mucho más simple. Voten. Una y mil veces. Las que hagan falta hasta dar con el resultado correcto para satisfacer los intereses del partido, que no los nuestros. En ese ripio se está quedando la democracia. A nosotros solo nos vale manifestarnos para conseguir que la seguridad social incluya la baja, y en casos extremos, la invalidez, por epicondilitis democrática, causada por la desmesura del derecho a voto, a no ser que forme parte de esas 370 propuestas para un mundo feliz y se nos haya pasado por alto.
(1) https://elpais.com/elpais/2019/09/03/gente/1567526922_767752.html
(2) https://elpais.com/elpais/2019/08/30/ideas/1567166223_815812.html
(3) https://elpais.com/cultura/2019/08/28/babelia/1566987259_465346.html
(4) https://elpais.com/elpais/2019/09/05/opinion/1567684086_648366.html
(5) https://elpais.com/elpais/2019/09/03/icon/1567518278_350381.html
(6) https://www.elmundo.es/opinion/2019/09/06/5d7146c8fc6c83d3688b45a1.html
(7) https://www.lavanguardia.com/cultura/20190906/47196506483/sintoma-o-castigo.html
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