miércoles, 4 de marzo de 2020

Lo verde empieza en los Pirineos

Desde hace años, el periodismo consiste en echarse a internet, mendigando de portal en portal, con un cartel que diga: Soy periodista y tengo hambre. Solo pido una suscripción para poder comer



El País también se apunta al pay per wiew. Todo el mundo sueña con los suscriptores que tiene The New York Times o Netflix. No hay otro modo de supervivencia. La barra libre, para los resorts caribeños. Desde hace años, el periodismo consiste en echarse a internet, mendigando de portal en portal, con un cartel que diga: "Soy periodista y tengo hambre. Solo pido una suscripción para poder comer". El buen periodismo, por supuesto, tiene un precio. El problema es, como siempre, la gente que no puede permitírselo. Cuando no se ha visto Mad Men, Los hombres de Paco dan el pego. Si no se buscan fórmulas, pronto habrá que hablar de otro tipo de pobreza, la informativa, que deja a una parte de la sociedad en manos del propagandismo low cost, con los peligros que eso conlleva. O, peor aún, aprovechando el auge de lo premium, los alquimistas del copago mezclan churras con merinas, se normaliza la privatización de lo público y uno acaba entendiendo que lo lógico es pagar por una buena educación o por una sanidad de Champions. Así, cuando llega el coronavirus y nos pilla cortos de plantilla nadie se sorprende si entre enero y febrero, con la gripe en racha, Sanidad redujo más de 18.000 empleos (1)

Soledad Gallego-Díaz, la directora de El País, justifica el nuevo modelo recordando el eslogan con el que nacía la cabecera, allá por la Transición: Hacer El País no es fácil (2). Muchos años después, en 2015, Mariano Rajoy, en plan Rosalía, se apropió del lema: "Gobernar no es fácil; participar en una tertulia, sí"(3). Algo suponíamos desde que el tío de Spidermaninspirado en el último discurso de Franklin D. Roosevelt, soltó aquello de que "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Cultura de cómic que contrasta, sin duda, con la maña que se dan algunos para montar y desmontar repúblicas como si fueran Legos. No hace tanto que a Perpiñán se iba para disfrutar de El último tango en París o Emmanuelle. Ahora es el turno de Puigdemont. Cada generación elige sus pajas mentales. Ya lo tituló Vicente Escrivá: Lo verde empieza en los Pirineos. Y Societat Civil Catalana, que no quiere perder comba, anuncia cortes, cada viernes, en los túneles de Vallvidriera como respuesta a las protestas diarias que bloquean la Meridiana. Ojo al razonamiento, como chiste funciona: "Hasta que los trabajadores que pasan el día trabajando en Barcelona no puedan volver tranquilamente a casa, los independentistas tampoco podrán ir a esquiar tranquilamente los fines de semana"(4)

Las cartas ya están marcadas sobre la mesa. Gracias a Parásitos sabemos que los pobres huelen a pobres; que las pintas delatan a los verdaderos catalanes de los que solo lo aparentan, según la alcaldesa de Vic; y ahora, a cuenta de Societat Civil, que el esquí es cosa de indepes. Cualquiera diría que somos carne de cañón del primer chupacabras que pasa por la esquina. Víctor Amela, en su crítica a El Palmar de Troya, se pregunta ¿qué se puede aprender de una serie documental sobre una secta? Pues se aprende, ni más ni menos, "con qué simplicidad uno puede empezar a creer en algo (en un líder, en un sueño, en un ideal) y que difícil resulta después abandonar esa fe que tanto te elevó, que te ilusionó, que te hizo sentir parte de algo mejor y superior que te hacía más justo a ti y a los tuyos...(5)" ¿Les suena?


(1) https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2020/03/03/5e5e32f5fc6c83097e8b45da.html
(2) https://elpais.com/sociedad/modelo-de-suscripcion/2020-02-29/hacer-el-pais-no-es-facil.html
(3) https://www.lavanguardia.com/politica/20150321/54429151166/rajoy-gobernar-facil-participar-tertulia.html
(4) https://www.elperiodico.com/es/politica/20200228/societat-civil-catalana-corte-tuneles-vallvidrera-meridiana-7867641
(5) https://www.lavanguardia.com/television/20200216/473588989478/el-palmar-de-troya.html

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