sábado, 30 de enero de 2021

¿Sueñan los españoles con vacunas de AstraZeneca?

Alguien debería avisar ya que tampoco hace falta que cada noticia sobre la pandemia sea un homenaje a Berlanga



Sabíamos que los androides contaban ovejas eléctricas para dormirse a gustito; ahora, además, cualquier tipo con una pizca de mollera, uno de esos que memorizaban dos listines de teléfono en el ¿Qué apostamos?, puede recitar del tirón el nombre y apellidos de cada uno de los vacunados justo antes de irse a soñar con los angelitos. (Primera certeza: no hay certeza distópica que pase la Selectividad). España ha vacunado al 0,37% de su población, o sea, cuatro gatos (nótese que la cifra es de hace unos días, lo mismo rondamos ya el 0,38). Una simple regla de tres (para eso sirve el colegio, para aplicarles, de vez en cuando, una regla de tres a los políticos) permite dejar las cosas claras: si en un mes hemos pinchado aproximadamente al 0,37% de la población, para llegar al 100%, necesitaremos algo más de 22 años. Apunten la fecha: en el 2043, ni rastro del coronavirus. La buena noticia es que sólo se necesita el 70% para la inmunidad de rebaño, lo que rebaja, sí o sí, el viacrucis. Más allá de la broma y de las cifras, tan engañosas como las que se manejan a diario, el timo de las vacunas, que no afecta sólo a España como le gustaría a Ayuso, nos lleva a la segunda certeza y última de este párrafo: Europa ya no juega la Champions.

Flashback (o analepsis, si lo prefieren en cristiano). 20 de enero, día de San Sebastián, patrón de Palma. El obispo de Mallorca suelta en plena misa que el covid se vence con la ayuda de Dios. Él, por si las moscas, ya se había vacunado. La excusa: "El papa Francisco nos instó a vacunarnos para evitar la propagación de la pandemia". De asuntos como éste, viene aquello de ser más papista que el papa. Decíamos que se han vacunado cuatro gatos, pero ya forman parte de la quiniela un alcalde, un obispo, un militar y algún austrohúngaro. Esto, señores, a falta de presupuesto, es un homenaje en toda regla a Berlanga.

Seguimos para bingo. Con tanto mamoneo, los antivacunas han perdido intención de voto. Ahora todo el mundo quiere una dosis de lo que sea. Y rapidito, que me las quitan de las manos. No ha hecho falta tirar de Elvis como en la vacuna de la polio, ni de Fraga, nuestra "pelvis" en Palomares, lo que significa que nos guardamos a Dulceida para el comodín de la llamada (un pico por si hay que seguir homenajeando a directores patrios). 

Ya ven que no hay nada nuevo en Netflix"Lo que aquí se cuenta ya ha sucedido antes y volverá a suceder", que decía la voz en off de Peter Pan. Lástima que los menores de 7 años ya no puedan aprenderlo porque hay padres a los que una película de dibujos les quita el sueño. Así que lo dicho, pónganse a contar vacunas eléctricas u ovejas inmunizadas. La cuestión, como siempre, es liar al rebaño.  




 

miércoles, 27 de enero de 2021

El curro de las tentaciones

Cada vez que un empresario habla de flexibilidad laboral, imagino a Van Damme haciendo estiramientos justo antes de liarse a piños



No sé si han visto ya ese vídeo del cofundador de Glovo que corre por las redes. (Advertencia, a lo Disney+, este artículo contiene spoiler sobre falsos autónomos). Es verlo, y a uno le entran unas ganas locas de mandarlo todo al carajo para convertirse en rider, o lo que es lo mismo, repartidor de comida a domicilio, aunque suene más provinciano. Ahora todo tiene otro nombre, será para confundir a los concursantes de Pasapalabra o para llenar de eufemismos el Estatuto de los Trabajadores. En fin. Decía que todo son ventajas, no hay jefes, se pueden compaginar trabajos a lo loco y, sobre todo, se viaja mucho, como un Erasmus en patinete. "Sería maravilloso que un glover pudiese estar en Milán y decir, quiero vivir en Barcelona tres meses, y, simplemente, venir a Barcelona y trabajar en Glovo y luego, ah, pues me voy a Lisboa. Puede vivir en diferentes ciudades la experiencia y sin hacer grandes esfuerzos", sostenía Sacha Michaud, compadre de la criatura. 

El corte es de una entrevista grabada en 2018, ¡vaya por Dios!, con una cerveza en primer plano, y la plataforma sindical de repartidores Riders x Derechos lo viraliza de vez en cuando para que sepamos de qué pie cojea cada negocio digital. Desde Glovo se defienden, la conversación está descontextualizada. En la actualidad, por lo visto, son poco menos que hermanitas de la caridad, más o menos, como las farmacéuticas. En la misma línea, la exdirectora de Deliveroo en España confirmaba en otra entrevista que se trata de un trabajo "para gente artística", prácticamente, "un hobby". Lo extraño, con tanto glamour, es que los padres todavía lleven a sus hijos a jugar a fútbol al salir del cole. Lo normal sería meterlos cuanto antes en alguna cantera de riders. Y luego a triunfar en la primera app que se ponga tiro.

Los dos vídeos, ambos de porno duro laboral, deberían ser de visionado obligado en la escuela pública (en la privada y en la concertada ya tienen suficiente lío organizando cruceros contra la ley Celaá). Los profesores tendrían que ser mucho más claros con sus alumnos: "Esto, hijos míos, es lo que os espera, mucha flexibilidad, o sea, contorsionismo, así que más que venir a clase, sería mejor que os metierais al circo". Y lo mismo las universidades, con cada carrera tendrían que ofertar un curso CCC para cuando llegue el día de mañana y además de médico toque ser esteticién o periodista y fontanero, qué sé yo. A las misses siempre se les ha exigido un segundo oficio, modelo y actriz, por ejemplo, ¿por qué iban a ser diferentes los nuevos precarios? Es la visión del mercado laboral que tienen algunos, los mismos, supongo, que se compran un mono de trabajo Ralph Lauren manchado de pintura para disfrazarse de pobres por 500 pavos.




sábado, 23 de enero de 2021

De colonias, frikis y poemarios

 Somos unos afortunados, fabricamos mitos imberbes como churros. Ahí tienen a Greta Thunberg, Rosalía o la ganadora superdotada de la última edición de MasterChef Junior. Otra cosa es el paro juvenil, pero de eso hablamos otro día, ya saben que la nueva política se basa en la excusa sanitaria del no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana



Tenemos chica nueva en la oficina, se llama Amanda Gorman y es poetisa. (Si usted ha percibido el aroma a Farala en la anterior línea, ¡enhorabuena!, significa que su olfato ya tiene que pasar la ITV, lo que se traduce en que está a menos de cinco fases de que su quinta reciba la vacuna). Decíamos, que somos unos afortunados, fabricamos mitos imberbes como churros. Ahí tienen a Greta Thunberg, Rosalía o la ganadora superdotada de la última edición de MasterChef Junior. Otra cosa es el paro juvenil, pero de eso hablamos otro día, ya saben que la nueva política se basa en la excusa sanitaria del no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana. 

De Amanda Gorman sabemos que quiere ser presidenta, como Piqué, y un apunte que nos deja Peio H. Riaño en El País. Por lo visto, cuando estudió en Madrid, hizo campana justo el día que tocaba Poeta en Nueva York, de su admirado Federico García Lorca, el motivo: había viajado a Milán para un desfile de Prada. Puede que la poesía del futuro sea sólo eso, un verso suelto en una portada de Vogue

Su poema durante la investidura de Joe Biden, "La colina que subimos", ha dado la vuelta al mundo y ha servido para que algunos medios la etiqueten como "la poeta de la colina". Aquí, precisamente, ya se hizo popular "el loco de la colina", Jesús Quintero, amante de los ratones coloraos y de los personajes estrafalarios. Y viene a cuento, o a verso, porque nosotros ya tuvimos a nuestro instapoeta de turno. Se llamaba César Brandon y ganó Got Talent para compensar lo que había ocurrido un año antes, cuando Antonio 'El Tekila', otro tipo singular que bien podría haber salido del Quintero Club de Frikis, venció la segunda edición del programa gracias al troleo de Forocoches

Quiero decir que detrás de todo susto democrático siempre viene un recital poético, o sea, una legislatura simbólica, lo que da pie, más tarde, a otro populismo. Así de simple. 

miércoles, 20 de enero de 2021

El precio justo

Ayer murieron 404 personas. Ni una más ni una menos. Pero tenemos tal borrachera de números que no sabemos si con esa tasa de mortandad en sangre se puede seguir conduciendo o es mejor quedarse a dormir la mona



La mayoría de concursos tienen un apartado donde hay que acertar una cifra sin pasarse. El precio, la edad, el año de la Revolución Francesa o la caída del Imperio Romano. En el fondo, y muy probablemente en la forma, todos somos un puñado de fechas, con sus unidades, decenas, centenas, unidades de millar..., en fin, como un décimo de la ONCEpor eso es tan importante no caer en la ludopatía estadística. Ayer murieron, víctimas del coronavirus, según datos oficiales, 404 personas en España. Ni una más ni una menos. Pero tenemos tal borrachera de números que no sabemos si con esa tasa de mortandad en sangre se puede seguir conduciendo o es mejor quedarse a dormir la mona. 

La actualidad no puede convertirse en una subasta. Lo que nos vendieron por transparencia, no tenía nada que ver con todo este masoquismo matemático. Y lo mismo ocurre con las palabras, despojadas de cualquier criterio, ahí tienen curva, ola o exiliado. Bastaría con que uno solo de esos muertos fuera de los nuestros para entender que esto no es un cuento de Netflixpero mientras vayan cayendo los otros, los que no son familia ni amigos, es decir, los números sin carne y hueso, se irán sucediendo los botellones, los alcaldes que se vacunan por el morro y los youtubers que se piran a Andorra porque no quieren dejar propina. 

Ayer, repito, murieron 404 personas, y suena a error informático, sí, a página que no se carga, será porque como dice David Trueba, con todo este derroche de datos, no estamos más informados; estamos, simplemente, distraídos. 



sábado, 16 de enero de 2021

Vivir para contarla

 Más que vacunas, que también, se van necesitando dosis de paciencia. Y pedir a los que nos desgobiernan, de la A la Z, que aparenten ser un poco menos malos de lo que son



Algún día, alguien medianamente serio, uno de esos tipos que marcan el color de la chaqueta que nos pondremos en Semana Santa, lo que viene siendo un influencer de los de toda la vida, de esos que se despelotan en cuanto nieva en el Mulhacén, debería soltar a bocajarro, sin miramientos que valgan, que "la pandemia tiene su curso", esto es, que va para largo, como cualquier asunto que ocurre fuera del móvil, aunque ahora lo hayamos olvidado. De hecho, como los mismos ríos, que ya decía el poeta, son nuestras vidas que van a dar al mar. Lo digo por evitarnos el chasco de lo premium y, de paso, la vomitera del oleaje, de la fecha pospuesta, de la promesa al ralentí. Cada vez que se aplazan unos comicios al Barça, hay un culé que pierde la fe en el tiki-taka. Y lo mismo, para el resto de bautizos. Está bien primar lo sanitario, por supuesto, pero que sea siempre y en todos los sitios, porque si no, la sensación que deja tanto pito pito es de conga mal hecha o peor aún, de cretinismo impúdico que marca el compás del virus con encuesta y cartabón. Más que vacunas, que también, se van necesitando dosis de paciencia. Y pedir a los que desgobiernan, de la A a la Z, que aparenten ser un poco menos malos de lo que son.



miércoles, 13 de enero de 2021

Filomena, Gabilondo o el final de una época

Que mueran de frío dos vagabundos en Barcelona es peccata minuta, al fin y al cabo, no va a provocar ningún colapso en las urgencias ni va a dejar al Real Madrid sin volar a Navarra




Que mueran de frío dos vagabundos en Barcelona es peccata minuta, al fin y al cabo, no va a provocar ningún colapso en las urgencias traumatológicas ni va a dejar al Real Madrid sin volar a Navarra. Donde pone vagabundos, escribimos sintecho, y en vez de morir congelados, decimos de hipotermia, y la noticia se autorregula como un termostato eléctrico. Si lo piensan, la nieve actúa como un sexador económico, con lo fácil que resulta poner la calefacción en modo Malibú y disfrutar de la caída de copos desde los ventanales de cualquier mansión mientras hacemos aeroyoga. Pero no, los pobres, que también lo son por no saber gestionar borrascas, tienen esa manía insensata de agarrarse una pulmonía en cuanto baja el termómetro, esa manera tan poco refinada de enfrentarse al frío polar con un cartón de vino en lugar de aprovechar las posibilidades que ofrece el esquí de fondo o disfrutar de la tabla de snow que todos tenemos muerta de risa en el garaje del 4x4. 

Para la gente normal, la prototípica familia española, ya saben, con su trabajador en Erte por aquí y su autónomo por alláEl País aconseja: "¿Qué hacer con el dinero ahorrado el año de la pandemia?". Precisamente, en El fin de una épocaIñaki Gabilondo, que ha sido noticia estos días porque abandona su análisis político diario, ya escribía: "Ni el periodismo ni los políticos son capaces de respetar el papel de los protagonistas de la vida, y es esa actitud la que lleva a la gente a contemplar a unos y a otros, periodistas y políticos, casi como miembros de una secta". También en El País, Ken Loach, refiriéndose a lo que ha aprendido durante este 2020, remarca: "Cuando la izquierda no habla a los desesperanzados, la ultraderecha los conquista". 

La frase podría ser una nota a pie de página de lo que ha ocurrido en el Capitolio. Poco a poco, vamos conociendo detalles del asalto, sedición, chirigota o macroselfi. Al parecer, una de las víctimas, un policía, fue golpeado por un extintor. Sergi Pàmies lo desgrana como síntoma en su artículo de La Vanguardia: cuando un invento contra el fuego sirve para avivar un incendio es que algo no funciona.





sábado, 9 de enero de 2021

Alguien voló sobre el nido del Capitolio

 Por no hablar de esa borrasca del copón, con nombre de modistilla en los Episodios Nacionales. Por suerte, tenemos luz para calentarnos, a precio de caviar, pero tenemos. En la Cañada Real, ni eso



Nos vamos un minuto y al volver, nos han cambiado la contraseña del mundo. Ocurre últimamente, pasan muchas cosas en Twitter, todo el tiempo, a toda pastilla, una excusa tan peregrina como otra cualquiera para no despegarnos del móvil. A este ritmo de patochadas por segundo va a haber que ensanchar los canales de 24 horas en directo, y darles, qué se yo, 27, o 35 horas non stop, según los centímetros de nieve que cubran el lomo de los vehículos híbridos. 

Desde que no nos leemos, decíamos, han pasado muchas cosas, Wonder Woman, por ejemplo, ha comprado la casa de Miss Universo. Es importante porque el mensaje del Rey, muy esperado por la audiencia, volvió a parecerse al discurso de cualquier aspirante a Miss Simpatía, salud, amor, concordia y ensaladilla rusa para todos los súbditos, incluido James Rhodes, que se estrena con la selección española por Carta de Naturaleza, que es como el Código Civil llama al enchufismo puro y duro. Puede que la 'anticasta' también fuera esto, o una ronda de indultos, medidas sacrosantas que acercan la política al propagandismo, o sea, a la religión, teniendo en cuenta que el primer catálogo de IKEA, el Sacra Congregatio de Propaganda Fide, fue obra de Gregorio XV a principios del siglo XVII. 

Y todavía no hemos llegado al Capitolio, ¡qué sinvivir! Esta vez han sido cuatro garrulos disfrazados de Village People; la próxima, ya veremos. "Cuando la historia convoca a los ciudadanos a la calle y no a las urnas, el pluralismo tiembla", escribe Jordi Amat en The Objective. Todo eso, mientras la Navidad nos deja la metáfora del año: un cerrajero le pide más de mil euros a una mujer en Murcia por abrirle la puerta en Nochevieja. Ya saben, el negocio del siglo, Mateo 7:7-11, o si lo prefieren, Lucas 11:9-13, pedid y se os dará, lo que no dice la letra pequeña del evangelio es quién correrá con el IVA. Por no hablar de esa borrasca del copón, Filomena, con nombre de modistilla en los Episodios Nacionales. Por suerte, tenemos luz para calentarnos, a precio de caviar, pero tenemos. En la Cañada Real, ni eso.